Bruce Springsteen siempre se entrega a su público y ofrece la mejor versión de si mismo. Por ello suele tener éxito en la mayoría de sus actuaciones, como la que ha ofrecido en el estadio de Anoeta de San Sebastián, con el público rendido a sus pies desde antes de empezar.
De este modo, la segunda parada de The River Tour ha ofrecido lo que cabía esperar de Bruce Springsteen y su magnífica E Street Band: más de tres horas y media de la mejor música en directo, rock enérgico y poderoso, entrega, electricidad, todo ello interepretado por grandes músicos, con la profesionalidad por bandera.
Unas 43.000 personas se juntaron en Anoeta, cuatro años después de su último concierto en Donosti, una ciudad enamorada del músico estadounidense.
Con una de sus imágenes más conocidas, vestido todo de negro, su sonrisa franca y generosa, y su guitarra colgada de hombro, Bruce Springsteen salió al escenario de Anoeta a las 21.10 horas al grito de kaixo Donostia, encendió la mecha de los asistentes. Un espectáculo de puro rock, acompañado de las inevitables pantallas gigantes, necesarias para que la mayoría del público asistente sintiera toda la emoción del mejor espectáculo de la música.
En la parte izquierda del escenario, una bandera estadounidense, y en la derecha, una ikurriña. En el final de la primera parte de su actuación, Springsteen fue una vez más fiel a si mismo y regaló a los asistentes una de sus canciones más conocidas y emblemáticas, el himno «Thunder Road», que nunca falla en su extensa colección. Y después continuó con la potente «Badlands».
El espectáculo duró más de tres horas y media con sus «bises» habituales. «Born in the USA», «Born to Run», «Gory Days», y «Dancing in the Dark«, entre otras, para poner el broche con el clásico «Twist and Shout» mezclado con «La Bamba», un festivo recurso que emplea desde hace años para poner el broche final a sus conciertos.