Dos hermanos se reencuentran después de cinco años. Uno ha estado en la cárcel. El otro ha robado a un peligroso perista y ahora huye junto a Diana, su hija pequeña. Los tres emprenden un viaje por una Andalucía violenta, mítica, agreste y salvaje. Un viaje en el que aparecen las viejas heridas del pasado y en el que los hermanos se ven obligados a reconciliarse para salvar la vida.
De esta premisa parte Kike Maíllo para dirigir algo totalmente diferente a Eva. Su original forma de hacer cine le dio como recompensa un Goya, con una película de ciencia ficción española. Han leído bien, una película de ciencia ficción española. Y es que creo que hay varias cosas por las que se caracteriza este director. La primera sería esa necesidad que parece tener de hacer cine que no tiene hueco en nuestro país, hasta el punto de arriesgarse mucho, tanto como para ir contra marea creo yo. También es digno de mencionar que encima quiera hacer cine con un sello personal, utilizando la tecnica para diferenciar la fotografía y una ambientación marcada, alternativa. Esto último podría ser también territorio de los guionistas. Pues Rafael Cobos (La isla mínima) nos tiene acostumbrados a crear realidades alternativas en las que caben los problemas y las motivaciones de lo que vivimos día a día. También tiene culpa de un guión que se deja poco por el camino. La sinergia con Fernando Navarro supongo que ha sido la que le ha dado el toque para crear esa Andalucía salvaje y violenta. Hemos descubierto otro bello ejemplo de cine noir andaluz.
Porque la historia se nos presenta en una Malaga gobernada por José Sacristan. El personaje que interpreta no quiere dejar escapar a un discípulo que ha sido como un hijo, su querido Toro (Mario Casas). Y la relación entre los dos, a lo largo de la película, se ve magistralmente interpretada. Los dos actores y Luis Tosar llenan la película con su presencia. La dirección artística se ha encargado de plasmar unos simbolos andaluces sin quedar de esteriotípos. Es algo raro que creo no se había hecho nunca. Quizá Carne de neon lo plasma también con un tipo de cine más tarantiniano (ahora dicen asiático) a la andaluza. Quizá por eso el papel de Toro le viene bien a Mario Casas, que ya lo vimos como protagonista de Carne de Neon. Pero esta película es más vanguardista y crea paisajes inventados en una andalucía de la construcción y el turismo, que parece postapocalítica y un esperpento. Y está bien porque no se nos muestra como un panfleto de reivindicación social, sino como fondo para una historia negra.
Hay una cosa que solamente podemos apreciar los amante del cine de acción y los que vemos cine español. Y es que creo que las escenas violentas podrían ser envidiadas por el mejor cine extranjero. Quizá han faltado más y creo que se pierde la película en la trama emocional por falta de presupuesto, espero. Estoy seguro de que la escena de la cocina, la de el hotel al final de la película en general, ha costado mucho, mucho dinero. Y ese riesgo de no llegar ni para pagar las facturas hay que agradecerlo al productor López Lavigne, al que tengo entendido que le gusta mucho eso de aventurarse y arriesgarse con proyectos de este calibre. Después de todo esto es el cine.
Con sus cosas buenas y malas, Toro te hace un «algo» en la cabeza. Algunos fuimos al cine con las espectativas bajitas y nos vinimos muy contentos. Quizá ha fallado la publicidad en ese sentido. Hace falta más cine como este en España.