El tabaco aumenta las posibilidades de sufrir cáncer de pulmón y muchas y variadas enfermedades cardiovasculares y pulmonares, eso está claro. Imagino que resulta obvio decir que el tabaco afecta a los que fuman y a los que les rodean. Ahora bien, si yo voy al cine y en la película los personajes fuman ¿eso me afecta de algún modo? Pues para el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo es así.
El CNPT, que agrupa a más de 40 asociaciones profesionales y sociedades científicas del sector sanitario, solicitó ayer a la ministra de Cultura Carmen Calvo que se aplique una restricción en la calificación de las películas en las que aparezcan “sobredosis de escenas de tabaco”. Además consideran que, claramente, existen intereses por parte de las empresas tabacaleras pero que, al no aparecer las marcas, resultan totalmente indenunciables de forma legal.
En esta bienintencionada pero absurda vorágine, se atreven a solicitar que a productores, guionistas, directores, actores, etcétera, se les exija un certificado en el que conste que no se han recibido prebendas por parte de las tabacaleras o alguna otra fundación y organismo.
Como digo, comprendo la intención de esta petición pero me parece un tanto exagerada. Al margen de la influencia que el tabaco en la pantalla pueda ejercer, sobre todo en menores, no creo que esta medida reduzca de forma considerable el consumo del tabaco. Además, aunque se consiguiese llevar a cabo esta medida y se llevase al límite impidiendo que el tabaco apareciese en las nuevas producciones, ¿qué ocurriría con las demás, las que ya existen, las antiguas, las de siempre? ¿Alguien se imagina a Bogart sin un cigarro entre sus dedos?