En una institución pública chilena de educación secundaria, denominada Liceo 6 Andrés Bello, cuyo corte educacional era de tipo científico-humanista, de orientación religiosa y en donde estudiaban sólo alumnos varones, pasaban sus días tres individuos revoltosos que no se podían quedar quietos en clase: Molestaban e interrumpían a cada momento y, paradójicamente, siempre obtenían buenas calificaciones.
Pero estos tres adolescentes que cursaban para ese entonces el primer año de educación media, no estaban solos en este inquieto afán de incordiar y cuestionar, muy propio de aquellos años mozos: Formaban una especie de “patota” con otros compañeros de clase que traía de cabeza a todo el salón y a los profesores que tenían la mala suerte de dictarles clase a menudo.
Es aproximadamente en marzo de 1979, cuando empezaba el curso escolar, que estos tres jóvenes de contextura esquelética se conocen. Algunos dicen que bastó solo una conversación entre ellos para saber que tenían muchos intereses en común, a tal punto que prácticamente en ese momento decidieron unir sus destinos y dirigirse con todo el ímpetu y ganas posibles hacia el esquivo pero muy atrayente camino de la música.
No pasó mucho tiempo para que Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia, encontraran gente con gustos e inquietudes similares.
Dicho y hecho, conocerían a un par de hermanos que resultaban ser vecinos de Narea: Rodrigo y Álvaro Beltrán y todo empezaría allí a tomar forma, pues entre las diferencias y coincidencias que existían entre ellos destacaba una idea principal: Hacer buena música…
Independencia Cultural
(César Pinto)