La Edad Media es uno de los periodos más controvertidos de la historia. Evaluado de forma peyorativa por muchos, objeto de burlas de parte de otros. Hay quienes lo consideran tiempo perdido para la humanidad. En ese período, la producción de lo que hoy entendemos como música medieval, fue importante.
Durante los aproximadamente mil años que conforman este periodo, el mundo no se detuvo. Hubo muchos avances, a pesar de plagas, guerras, etc. El arte, aunque tuvo muchas limitaciones, fue una de las áreas que más avanzó. Y ello fue gracias, en parte, a los aportes de la música medieval.
Todo el poder la Iglesia
La caída del Imperio Romano de Occidente y la instauración del Imperio Bizantino, con el consabido traslado de su centro de poder a Constantinopla (hoy Estambul), marcan el inicio del Medioevo.
Antes, durante los primeros siglos de la era cristiana, los emperadores romanos fueron otorgando a la Iglesia Católica amplios poderes. Después del colapso de Roma, este control dentro de la vida política de las incipientes naciones se intensificó.
Todo lo que no fuese aprobado por las altas autoridades eclesiásticas, era tachado de herejía y contrario a los designios de dios. Precisamente este pensamiento fundamentalista –aunque algunos no aprueben la utilización de este término dentro de este contexto- es responsable en gran medida de la mala fama de la que goza la Edad Media.
La ciencia, el pensamiento político, filosófico o humanista, el arte. Lo que plantease preguntas y generase dudas quedaba prohibido. Las manifestaciones lúdicas, salvo contadas excepciones, tampoco eran bien vistas.
La música medieval “oficial” adquirió un carácter primordialmente utilitario. Aunque en un inicio las autoridades católicas no consentían esta manifestación artística, pronto le encontraron sentido: se convirtió en un vehículo para adoctrinar.
Esto trajo como consecuencia que, a nivel historiográfico, las manifestaciones musicales de la edad media se dividan en dos: música sacra y música profana.
Música Sacra
Dentro de este concepto entra toda la producción musical destinada a adorar a dios. Principalmente aquella estrechamente relacionada con las misas y los actos litúrgicos propios de la iglesia católica.
Durante el Medievo y dentro de los antiguos territorios dominados por Roma, a grandes rasgos, la música sacra se divide en:
- Canto vétero-romano: conocido a nivel histórico también bajo la denominación de canto romano antiguo. Además de desarrollarse en la actual capital de Italia, logró expandirse a otras regiones como Gran Bretaña e Irlanda. Se estima que su uso se hizo común entre los años 1070 y 1200.
Algunos estudiosos de la Música Medieval, señalan que comparte muchas similitudes con el canto gregoriano. Aunque su estructura es mucho más simple.
- Canto galicano: conformaba el repertorio litúrgico de Galia, territorios hoy conocidos como Francia y Bélgica. Abarcó de igual forma algunas regiones de Italia, Alemania y Países Bajos.
No abundan las fuentes escritas que den precisión a sus características.
- Canto ambrosiano: debe su nombre a San Ambrosio, obispo de Milán durante el siglo IV, cuando todavía estaba en pie el Antiguo Imperio Romano y no se había dado inicio a la Edad Media.
Carente de ritmos predeterminados, los “compases” eran creados a partir del texto recitado.
También se le conoce como canto milanés.
- Canto beneventano: repertorio litúrgico de la ciudad de Benevento, así como de otras ciudades del sur italiano. Se estima que su formación se gestó entre los siglos VII y VIII.
Al igual que lo ocurrido con el canto galicano, no abundan las fuentes escritas que den luces claras sobre cómo se escuchaba. Sin embargo, algunos especialistas apuntan similitudes con el canto ambrosiano, sobre todo en lo referente a la ausencia de parámetros rítmicos.
Los cantos gregorianos
También inscritos dentro de la tradición musical de utilidad sacramental, los cantos gregorianos merecen un capítulo aparte dentro de la música medieval. Nacieron debido a la necesidad de la iglesia católica de unificar su variado repertorio litúrgico.
Su base principal está en el canto romano antiguo. Sus características definitorias son:
- Ritmo flexible, supeditado siempre al texto interpretado.
- Sonoridad con marcado acento de solemnidad.
- Monódico y cantado a capela por un coro que, en casi todos los casos, estaba conformado exclusivamente por voces masculinas.
- Prácticamente la totalidad del repertorio estaba escrito en latín.
Adicionalmente, el canto gregoriano sirvió de base para el desarrollo del tetragrama. Esto no era más que una guía formada por cuatro líneas horizontales, paralelas y equidistantes, diseñadas para asentar sobre ellas los primeros signos musicales. Hacia finales de la Edad Media, se añadiría a esta estructura la quinta línea, dando origen al sistema de notación musical vigente hasta la actualidad.
Música medieval profana
A grosso modo, el concepto de música profana engloba toda manifestación cuyo único propósito no sea la adoración a dios. Con excepciones, encierra en sí misma un marcado sentido lúdico.
Durante la Edad Media, dos grupos de músicos fueron sus principales difusores. A saber:
- Los trovadores: pueden ser considerados formalmente como los primeros cantautores dentro de la historia de la música occidental. Eran poderosos aristócratas, miembros de la realeza.
Las temáticas de sus canciones incluían dramas amorosos o declaraciones románticas, gestas heroicas y sátiras. También había espacio para transmitir inquietudes menos mundanas, como el desarrollo de ideales políticos o para los cantos fúnebres.
A diferencia de la música sacra, el ritmo no estaba supeditado al texto. Adicionalmente, el latín fue desechado totalmente y en su lugar se utilizaron las distintas lenguas romances.
- Los juglares: estos eran artistas integrales. Además de músicos, también eran poetas, malabaristas y mimos. Sus espectáculos contaban con una puesta en escena circense.
En muchas oportunidades, trabajaban como músicos acompañantes de las actuaciones de los trovadores.
Los juglares eran miembros del pueblo llano, lo que facilitó que las autoridades eclesiásticas emprendieran una férrea persecución en su contra.
Instrumentos musicales de la Edad Media
La mayoría de los instrumentos empleados en la música medieval tienen sus orígenes en las tradiciones grecorromanas. Muchos de ellos continúan utilizándose, con algunas variantes, en la actualidad.
Arpa, lira, monocordio y las guitarras están en la lista. También flautas y algunos instrumentos de percusión como el cencerro.
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