Como supongo todos sabemos (y es que se vendieron más de 65 millones de copias del producto), «The Sims» es un juego de computación, en donde el jugador es una especie de Dios omnipresente, y en mi caso bastante impaciente, que le da vida y contenido a la vida de personajes flacos, medio duros, y un tanto histéricos.
Ahora bien, uno cree (porque tenemos fe) que en Hollywood no todo tiene que ser exprimido hasta el pero de los límites. ¡Pero no! Mis queridos lectores, no hay ningún límite cuando de dinero se trata. Y el productor, John Davis, se mostró muy entusiasta con la adaptación del videojuego a la pantalla gigante, teniendo un guión en las instancias finales de su realización.
Lo gracioso (o ridículo, depende del estado de ánimo) es pensar la posible trama que mantenga durante 120 minutos a unos muñequitos en pantalla, y a otros sentados en las butacas, mirando atentamente lo que ocurre. Pues sí, también sabemos eso, y es que la película habrá de tratarse de dos chicos de entre 14 y 16 años, que compran una de las versiones del juego, llamada «The Sims Infinity Park», pero no en cualquier tienda, sino en una bastante misteriosa que parece haber salido de la nada. Lo que pronto descubrirán es que, por medio de los controladores del juego, pueden controlar el mundo real, ocurriendo en éste lo mismo que en el videojuego ocurra. Claro está que, en algún momento la cosa se tiene que poner complicada para los chicos, ingresando en el mundo real uno de sus personajes inventados en el juego.
Se sabe que el productor anda deseando, casi con hilos de baba chorreando de su boca, los nombres de Robin Williams o Steve Carell para el papel del personaje que ingresa en la realidad. Poco difícil es imaginar a cualquiera de los dos en el papel de pseudo robots, con emociones y funciones inventadas, teniendo que pasearse por las calles de Estados Unidos.
Una propuesta que, primero, creo que ya la he visto, y segundo, seguro pasará desapercibida, al menos para mí.