En el planeta de los «Predators»

El pasado sábado 21, con motivo del próximo lanzamiento de la nueva película Predators fuimos invitados, con otros compañeros de blogs de cine, a vivir una experiencia única.

La invitación consistía en acudir a disputar unas partidas de Paintball a Iberika Paintball (Endivias, Toledo) acompañadas de una Barbacoa «postguerra» para recargar fuerzas y comentar la jugada. Sin embargo, unas «tranquilas» partidas de Paintball y una barbacoa no era lo único que nos esperaba allí.

En la citada invitación, se leía, además de lo indicado: «Sorpesa – 23h», y pese a que despertó nuestra curiosidad no le hicimos mucho caso. Después de la sesión de Paintball, en la que hay que decir que tuvimos la suerte de estar en el equipo que ganó todas las partidas, y la cena, a eso de las 23h como marcaba el programa, todo empezó a ser un poco raro.

El equipo de trabajadores de Iberika mostraban nerviosismo y comenzaron a correr gritandose de un lado a otro, por todas las instalaciones. Ahí comenzaba la sorpresa.

Fueron viniendo a por nosotros de 2 en 2, y a cada pareja nos daban un arma y un mono. ¡Debíamos matar a los Predators que se habían colado en el recinto!

La forma de introducirnos en la acción estuvo muy lograda. Mientras nos daban el arma, el mono y la máscara nos contaban la batalla que debíamos librar para salvar a la humanidad. Tras colocarnos el equipo estábamos en una sesión de paintball nocturno, pero nada usual.

Los soldados, nosotros, llevábamos en la máscara unas luces led verdes que delataban nuestra posición en el terreno, y nuestras armas estaban provistas de una luz que podíamos encender para enfocar el campo. Los predators eran menos (2 del equipo de Iberika Paintball) pero jugaban con ventaja. Sus armas eran más potentes, tenían modo ráfaga y disponían además de una mirilla láser cual Predators, y además no tenían ningún elemento delatase su posición.

Los predators acechaban en la oscuridad, no veíamos nada, no había posibilidad de esconderse, cuando menos lo esperábamos teníamos un punto laser en nuestra cabeza y acto seguido una bala en el punto donde estaba el laser. Las balas de los predators dolían de verdad, y para dificultar aún más la jugada, el terreno estaba plagado de granadas de fragmentación, minas, granadas de humo y trampas.

Al principio no había miedo, pero estuvimos jugando más de 1 hora, muriendo cada 3 minutos, con el consiguiente dolor por las balas que nos impactaban, y la frustración de recibirlas sin haber siquiera visto de donde venían. Las últimas mangas realmente era la misma sensación de estar en la película, con los predators acechándonos y con el miedo a ser «cazados».

En definitiva, fue una gran experiencia, de la que conservaremos siempre un gran recuerdo (y espero que las «heridas de guerra» se vayan pronto).

Aquí dejamos el video de la experiencia:


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