A lo mejor el nombre no les diga mucho, pero basta mencionar películas como Mi Pobre Angelito (Home Alone), o la extraordinaria El Club de los Cinco (The Breakfast Club) para recordar al gran artífice detrás de aquellas producciones, éxitos de taquilla en los años 80.
El pasado jueves, con tan solo 59 años, Hughes murió de un ataque cardíaco, dejando una brillante trayectoria como director, guionista y productor del cine de Hollywood.
Entusiasta del universo juvenil, sus obras giraban, de una u otra forma, en la adolescencia y los problemas que ella conlleva. Además, fue un talentoso descubridor de jóvenes talentos, impulsando las carreras de actores como Emilio Estevez, Matthew Broderick, Molly Ringwald y Macaulay Culkin, cuando nadie los conocía.
En Hollywood lo consideran un director de culto, y su repentino alejamiento de la industria, a comienzos de los 90, dejó huerfano un modo de entender el cine de entretenimientos para adolescentes.
Su muerte significa una gran pérdida para toda una generación que disfrutó de sus películas, aunque como todo gran artista, nos queda su legado fílmico, para ver una y otra vez.