Crítica de Stranger Things

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Stranger Things es una de las series más comentadas de los últimos dos años. Alabada por crítica y público, llegó para refrescar un tipo de historia que parecía estancado y del que ni siquiera la exitosa It pudo hacer demasiado. Niños a las puertas de la adolescencia, quienes deben enfrentar monstruos externos y eventualmente, a sus propios demonios.

Los Hermanos Duffer son los creadores de esta historia, así como los responsables de dirigir la mayoría de los episodios. No hay que hacer demasiado esfuerzo para adivinar que estos mellizos son fanáticos de E.T. o de Stephen King.

Antes de convertirse en miembros del Jet Set televisivo, escribieron y dirigieron para Warner Bros el filme Escondidos. Un thriller apocalíptico protagonizado por Alexander Skargard, que pasó desapercibido por las salas de cine.

Sin embargo, M. Night Shyanalan, el célebre director de El sexto sentido o Fragmentado, quedó impresionado al leer el guion. De inmediato los contrató como guionistas de la serie Wayward Pines. Estas dos experiencias les valieron para entrar en la industria y conseguir los contactos necesarios para poner a caminar a su gran proyecto

 Un pueblo olvidado

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Las “cosas extrañas” ocurren en Hawkins, un ficticio pueblo de Indiana, al noreste de Estados Unidos. Hawkins bien pudiese ser Derry, otro pueblo ficticio en el que Stephen King ha ubicado muchos de sus terroríficos relatos. Una población en la que –como es común en este tipo de casos- nunca pasa nada.

La misteriosa desaparición de William Byers romperá con la tranquilidad del lugar y desencadenará toda una cadena de hechos inexplicables. También la aparición de Once, una niña con poderes telequinéticos y uno de los ejes de la trama.

El gobierno siempre tiene la culpa

Uno de los méritos del seriado de Netflix, es combinar con éxito elementos propios de varios géneros. El misterio y terror se mezcla sin inconvenientes con la ciencia ficción. Todo condimentado con una equilibrada dosis de humor, muy lejos de los chistes fáciles en los que suelen caer con frecuencia las películas del Universo Cinematográfico de Marvel, por ejemplo.

Lo que se suponía que era un centro del Departamento de Energía de Estados Unidos, resultó ser un laboratorio secreto. Allí, científicos (con el apoyo de estamentos poderosos), encontraron un portal interdimensional. Este detalle agrega a la trama, además de un interesante elemento sobrenatural, teorías conspirativas.

Aquellos años 80

Hay a quienes les gusta criticar a los años 80. Los más radicales incluso la catalogan como la década perdida. Pero, a pesar del odio visceral que pudieses sentir algunos, estos 10 años destapan la nostalgia en más de uno. Como vemos, en la actualidad muchas series exitosas están ambientadas o repletas de referencias a la vida durante la penúltima década del siglo XX.

Stranger Things es casi un manifiesto al respecto. El momento histórico es mucho más que un elemento decorativo, tanto a nivel audiovisual, como dentro de la propia diégesis de la historia.

La música incidental es uno de los ingredientes que más preponderancia tiene para la consecución de este efecto. Una referencia directa a títulos de ciencia ficción como Blade Runner o Tron; complementada además con los éxitos del pop y el rock que sonaron incansablemente en la radio durante esos años.

Una trama sin apuros

Los hermanos Duffer cocinan a fuego lento el argumento de Stranger Thing. Poco a poco, presentan detalles trascendentales a los espectadores, para que progresivamente vayan armando el rompecabezas.

Para poder soportar este andar pausado, la cámara se aferra a un reparto de actores que, en líneas generales, no desentona. Los jóvenes Finn Wolfhard, Millie Bobby Brown, Gater Matarazzo, Caleb McLauglin y Noah Schnapp, cargan a cuestas el mayor peso dramático sin sobresaltos.

Wynona Ryder cumple con nota su rol de “madre nodriza”, tanto dentro de la trama, así como cabeza visible del casting. Mientras que David Harbour casi siempre se limita a recitar sus parlamentos, poniendo cara de policía fastidiado. Aunque sin generar ruidos ni distracciones.

De E.T. a Carrie

Las referencias visuales a clásicos del cine de los 80 (también de los 70 o de los 90), son muy conocidas en Stranger Things. Pero E.T. es sin dudas, la más visible. En cada secuencia en donde los protagonistas van en bicicleta, solo falta que aparezca el simpático y perdido extraterrestre creado por Steven Spielberg para que el símil se convierta en copia.

Dentro del pastel de “homenajeados” también figuran Carrie o It, la miniserie de 1990, primera adaptación audiovisual de la novela homónima de Stephen King. Otros clásicos de loso 80 que tienen su parte son: Los Goonies, Los Gremlins y Regreso al Futuro.

Stranger Things: ¿un homenaje al homenaje?

En algunos momentos, Stranger Things parece querer rendir tributo de manera tan deliberada, que termina por convertirse en un “homenaje a un homenaje”. Varios de los planos, así como algunos diálogos, más que retraer a la audiencia hasta los 80, solo los acercan hasta 2011 y al tributo que J.J. Abrams hizo a Steven Spielberg con Súper 8.

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¿Las segundas partes siempre son malas?

Stranger Things es, entre muchas otras cosas, un producto original; o por lo menos lo fue durante su primera temporada. Esta afirmación, si se toma en cuenta todo lo dicho respecto a las muchas referencias dentro de la trama o a nivel visual presentes en el seriado, parece un contrasentido. Pero no lo es.

La originalidad radica precisamente en cómo se combinan elementos ya conocidos. Incluso la forma, hasta cierto punto convencional de los encuadres dentro del todo de la serie, termina por crear un efecto único.

Después del debut exitoso de la primera temporada en 2016, una segunda parte era solo cuestión de tiempo. Es así como un año más tarde, durante el fin de semana de Halloween, Netflix liberó Stranger Things 2. Los Hermanos Duffer y su equipo de libretistas parecieron obsesionarse tanto por seguir sorprendiendo, que en varios episodios consiguieron aquello que parecían querer evitar a toda costa: repetirse.

Los segundos nueve capítulos de la historia están repletos de flash backs que explican al detalle una trama que no requiere de mayores explicaciones. Y a diferencia de lo visto en 2016, un creciente número de tramas complementarias terminan por convertirse en intrascendentes. Aún así, la propuesta global es tan buena, que al final quedan ganas de ver más.

Fuentes de imágenes: Nerdist / YouTube


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