Nota: esta crítica no contiene spoilers de la película.
«The Wolfman» ha mostrado ser una más de esas películas en las que se invierten millones de dólares en el márketing para convencer al público de que hay que verla.
Se trata de un remake de las antiguas películas de terror en las que estaba especializada la productora Universal en sus primeros años de vida (produjo cintas como «Drácula», «Frankeinstein», «El Hombre Lobo»). En esos años, se buscaba que los actores tuvieran un acento de Europa del este (rumano a ser posible) porque al pronunciar el inglés de manera más fuerte, se conseguía un efecto de terror entre la audiencia. De ahí que Bela Lugosi triunfara como Drácula en 1931 sin ser un actor cualificado.
El primer punto negativo de la película es que todos los personajes utilizan este acento que es incoherente con la historia (¿por qué todo el mundo en Londres de repente habla de esa manera?). Está bien hacer remakes mostrando respeto al pasado, pero lo mejor es adaptarlo al presente de manera que provoque alguna reacción por parte del público.
Los escenarios, la cinematografía y el vestuario están bien cuidados, pero la interpretación de los actores aparta la atención de los puntos positivos de la película. La actuación de Benicio del Toro llega a provocar risas entre el público que está en la sala.
Sí que hay una buena combinación de sustos que volverán a despertar la atención del espectador en varias ocasiones. Pero sin duda alguna, no se ha superado uno de los grandes retos que tenía la película y que podría haber triunfado con la tecnología de la que se dispone ahora: la transformación en Hombre Lobo.
En definitiva, un blockbuster más que no consigue ni el efecto de terror ni de suspense.