Nota: esta crítica no contiene spoilers
«Shutter Island» prometía ser un éxito de taquilla en su estreno y así lo fue. Por segunda semana consecutiva es número uno en Estados Unidos.
La historia desde un principio atrae, y aunque el final es bastante predecible (hoy en día es muy díficil sorprender al espectador) consigue mantener la atención durante toda la cinta.
La estética de algunas imágenes recreadas ayuda al aspecto técnico de la película, que sin embargo, llega a veces a ser desastroso. Y es que una película de Martin Scorsese no se debería permitir el lujo de tener tantos errores de continuidad que llegan a ser consecutivos: de repente un extra en un plano de la película está situado en un sitio, y al cambiar de plano aparece mágicamente en otra situación por conseguir una armonía en la geometría.
Thelma Schoonmaker es la editora de la cinta que suele trabajar en los proyectos de Scorsese. Ganó el Óscar a la mejor edición por «El Aviador», pero no da la talla en esta ocasión. Puede haber dos motivos al desastre de continuidad en la película: la editora no tenía material rodado suficiente para arreglar esos fallos o directamente ha trabajado de manera rápida sin revisar bien la unión de los planos.
La cinematografía falla en muchas ocasiones: se ven sombras o partes de las caras de los actores tienen demasiada luz. También hay algunos problemas en la mezcla de sonido que produce ruido. Sin embargo, la banda sonora causa la sensación de tensión deseada y ayuda a concluir la historia.
En definitiva, película con una historia atractiva, pero de pobre calidad técnica.